Hace 20 años, un grupo de educadoras, mediadores, trabajadoras sociales y animadores socioculturales poníamos en marcha un proyecto llamado CRAC (Centro de Recursos para Asociaciones de Cádiz) -que sonaba a ruptura- porque creíamos que, para construir un mundo mejor, era imprescindible contar con la gente, impulsar y apoyar a los colectivos y asociaciones ciudadanas, activar la participación y tejer sólidas redes de iniciativa social.
No éramos muy originales en esa misión porque, a lo largo de la historia, ha ido pasando el testigo, de unas manos a otras, para agruparse y organizarse en la defensa de los derechos y la emancipación del ser humano. Como nos gusta decir, las mejores conquistas de la humanidad, como la abolición de la esclavitud, los derechos de trabajadores y trabajadoras, la emancipación de la mujer, la igualdad de gays y lesbianas, la conciencia ecológica, y tantos y tantos logros, han sido el resultado de la lucha incansable de hombres y mujeres que se organizaron y levantaron su voz para perseguir la justicia, la libertad y la igualdad.
Tampoco éramos únicos porque, afortunadamente, tanto en España como en todo el mundo, eran miles los grupos que compartían el mismo sueño de una democracia participativa y solidaria, de otro mundo posible. Solo éramos una pequeña llama en el “mar de fueguitos” que nombra en su cuento Eduardo Galeano.
Han pasado 20 años en la experiencia -minúscula pero significativa- del CRAC, con muchos errores, pero también aciertos, repletos de búsquedas y aprendizajes siempre. 20 años recorridos colectivamente por una treintena de personas que, a lo largo del tiempo, se han relevado (y rebelado) para hacer el camino. Todas fueron importantes, todas dejaron su huella. Y entre todas influyeron en la manera de entender y construir la participación social en Cádiz y Andalucía, en muchos lugares de España y, un poquito, en algunos lugares de Marruecos y América Latina.
Hoy, las formas organizativas del CRAC son otras y también lo son las personas que forman el proyecto (salvo algunas pocas que nos resistimos con uñas y dientes). Ya no somos un centro ni facilitamos recursos a las asociaciones de Cádiz. Ahora somos un colectivo diverso y líquido, que trabajamos en lugares distintos y distantes para impulsar la educación para la participación, y formamos parte de una amplia red invisible en la que compartimos identidades y proyectos con muchas otras personas y colectivos amigos, que a su vez son también parte del CRAC.
Pero, 20 años después, siguen siendo plenamente válidas las razones que hicieron nacer el proyecto. Hoy también se hace preciso construir otro mundo mejor con la participación de la gente. No me atrevo a decir que “más que nunca” porque, como apuntaba, este ha sido un objetivo que ha acompañado a la humanidad en toda su historia, en todas las épocas. Pero si es verdad que las dimensiones de los retos y desafíos a los que hoy hacemos frente los hombres y mujeres, y mucho más pensando en las generaciones futuras, son de tal magnitud que pareciera más importante que siempre trabajar por la participación.
En medio de la “explosión del desorden”, como anticipó Ramón Fernández-Durán, o del “cambio de era” que describen los analistas sociales, cuando las incertidumbres sobre el futuro de la humanidad y del planeta se manifiestan con tanta fuerza, la necesidad de desarrollar nuevas formas de inteligencia colectiva y resiliencia comunitaria se convierte en esencial, y ello hace que sea tan importante la educación para la participación: los hombres y mujeres del presente necesitamos aprender a cooperar solidariamente, a participar en equipo, para poder construir colectivamente un futuro luminoso.
20 años después, el CRAC sigue siendo necesario, no por sus siglas ni por las personas que hoy lo forman, sino como representación, ciertamente modesta, de la legión de personas y proyectos que, en este primer cuarto del siglo XXI, han hecho suya la misión de fortalecer la iniciativa social y la participación ciudadana, para que ambas alimenten y acompañen la acción de los movimientos sociales que apuestan por otro mundo posible.
Por todo ello, queremos celebrar este aniversario y desear una larga vida mutante al CRAC.